
Los niños tienen que ser niños y no pequeños adultos y aunque nos cueste cambiar esta mirada porque es evidente que la vida está montada para el disfrute, comodidad y productividad de los adultos, es importante poner consciencia en ello para ayudarles a crecer de una forma más sana y armónica.
Los niños necesitan vivir las diferentes etapas del desarrollo a su ritmo y partiendo de sus capacidades individuales para ir integrando esos pequeños aprendizajes diarios que les permitirán alcanzar unos aprendizajes más globales y evolucionados. Así irán pasando de una etapa a otra. Y si les acompañamos respetuosamente en el proceso, lo harán con curiosidad y sintiéndose seguros, conectados con sus capacidades innatas y con autoestima.
Acelerar estos procesos innatos puede traer unas consecuencias, tanto a nivel físico como psicológico.